Planes de autoprotección y evacuación.
El comportamiento humano en la evacuación.

   Autor: Rafael Ruiz Calatrava
   Fuentes: Centro Jovellanos
                 Prevenciona.com

En nuestros días y dada la proliferación de imágenes que, con mayor o menor fortuna, vienen difundiendo determinados programas, todos hemos sido testigos de terribles escenas que nos deben llevar a abordar la problemática de la evacuación desde un punto de vista técnico sumamente riguroso y profesional.

Debemos por ello tener siempre muy presente que las vidas son irrecuperables y que las pérdidas materiales, aunque substituibles, pueden ser minimizadas con una planificación de las medidas de emergencia y autoprotección.

Hoy en día se está desarrollando una nueva tesis al respecto que se centra en la modernización del movimiento de las personas en la evacuación de un edificio. Aunque la mayor parte de las veces el motivo de la evacuación sea un incendio, también puede tener otras causas, como seísmos, atentados, etc.

Un elemento crítico en relación con la posibilidad de evacuación es el tiempo. Todo se decide en pocos minutos y hasta en segundos y es preciso considerar no solo aspectos técnicos, sino que también los del comportamiento humano que pueden retardar o hacer fracasar la evacuación.

Además del pánico pueden interferir otras variables como:

  • El conocimiento previo de la geometría del edificio.
  • El reconocimiento del camino a seguir en un entorno poco familiar.
  • La tendencia de los que desconocen el entorno a seguir a otras personas que les parecen más seguras en el seguimiento del itinerario preciso.
  • El surgimiento de un líder en las situaciones de crisis.
  • Los efectos psicológicos inducidos por factores como el humo o la sensación de calor.

La aparición del pánico puede estar relacionada con el sentimiento de abandono que pueden experimentar personas aisladas. Asimismo contribuye de forma especial las tentativas fallidas de evacuar, la sensación es estar acorralado, la sensación de falta de tiempo, etc.

Estas emociones quedan reforzadas por elementos como la falta de alarma, el desarrollo rápido del incendio, del humo provocado, de la señalización defectuosa, de la iluminación insuficiente o del bloqueo de las vías de evacuación. El riesgo de pánico puede ser potencialmente mayor en el caso de incendios en lugares de aglomeraciones muy densas que en un simple incendio.

Por otra parte, en los procesos de evacuación real, la emergencia, puede inducir a las personas a tener comportamientos altamente sociables, ya que en el proceso de evacuación el individuo, por lo general, lo que más teme es encontrarse solo.

Un parámetro importante a tener en cuenta es la percepción del entorno. Para poder efectuar una evacuación rápida y eficaz hace falta una percepción precoz del peligro y el reconocimiento inmediato de los elementos que permitan encontrar rápidamente la vía de escape. Para ello se deberá lograr que las personas respondan a varios estímulos sensoriales como:

  • La detección del fuego (olfativa, auditiva o visual).
  • Las señales de alarma, sonora y complementarias, caso de existir.

Las informaciones relativas a la evacuación. La señalización deberá cumplir su misión y dar una respuesta eficaz, debiendo primar la señalización visual sobre sonora por ser más eficaz la primera para estos casos, si bien el efecto sonoro puede complementar al visual.

La orientación espacial es también fundamental. Permite a las personas afectadas elaborar su estrategia de evacuación, si bien deberemos tener siempre muy presente que a medida que la distribución en planta del edificio se complica, cuesta más tiempo y esfuerzo establecer esta estrategia.

Por otro lado deberemos ser conscientes de que el uso habitual del edificio, aunque sea diario, no garantiza "per se" el adecuado conocimiento de las medias de emergencia. Se tiene constatado que en caso de emergencia la gran mayoría de los ocupantes de un centro tienden a abandonar el edificio por donde han entrado.

Una de las variables retardantes de la evacuación es el humo, (es además la primera causa de mortalidad), ya que además de las molestias respiratorias, disminuye la visibilidad e incita a retroceder a las personas. Se tiene constatado que aunque el humo y el calor afecte poco a las personas afectadas involucradas en una emergencia, el humo, tiene también importantes efectos psicológicos al degradar las facultades de los individuos.

El adiestramiento y los ejercicios de evacuación juegan un papel positivo en caso de emergencia ya que la preexistencia de experiencias previas entre las personas afectadas por un siniestro las induce a organizarse mejor. Asimismo, la presencia de un líder, responsable de la evacuación, tiene una influencia altamente benéfica sobre el desarrollo de la misma.

Otro aspecto a considerar en las situaciones de emergencia son las actitudes irracionales que suelen presentarse en procesos de gran aglomeración de personas, con desplazamientos lentos, saturados y con largos tiempos de espera. En estos estudios y como factores coadyuvantes del pánico se detectan, entre otros, varios elementos sociológicos, que pueden ser causa del retardo en la respuesta de determinadas personas y en el colectivo cuando surge un acontecimiento inesperado. Así se puede producir:

El rechazo. El individuo tendrá tendencia a negar el acontecimiento retrasando la adopción de un comportamiento adecuado.

La implicación. La persona implicada en una acción demanda una razón válida para interrumpir la misma llegando incluso hasta el final.

La agrupación. Sentimiento que incita a las personas a esperarse y reagruparse. Se presenta cuando determinados colectivos, (padres/hijos, personas de un mismo departamento, etc.), no proceden a la evacuación hasta que todos están reunidos, o bien adaptan la velocidad de evacuación del colectivo a la de su miembro más lento.

El rol/status. Los individuos adoptan un papel de "seguidores" y adaptarán su comportamiento al de otras personas cuyo status dentro del colectivo es mayor, incluso en los casos en que estos adoptan una postura pasiva y no hacen nada.

Como ya se ha dicho con anterioridad, estos cuatro factores explican los retrasos prolongados en la respuesta del individuo cuando surge un acontecimiento inesperado, razón por la que, teniendo en cuenta las características de ese colectivo humano, puede elaborarse una estrategia preventiva que, contemplándolas, evite o minimice la aparición de estos elementos sociológicos ante una contingencia que implique un proceso de evacuación.

 

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